Microsoft por fin presentó su esperadísima Xbox One en un evento en el que, a diferencia de Sony, mostró la consola. De todos modos, la información sobre las 'entrañas' de la misma que proporcionó la compañía de Redmond es similar a lo adelantado por Sony. Además, el mando ha sido rediseñado y Kinect cobrará una mayor importancia en Xbox One.
También se han resuelto varias incógnitas en lo que podríamos considerar una de cal y una de arena. En cualquier caso, nada que no se esperase: no hará falta estar conectado constantemente para jugar, pero Xbox One no será retrocompatible (era de esperar, pues se cambió la arquitectura a x86-64, aunque son compatibles por software y se podría hacer por emulación). Los juegos de segunda mano podrán ser usados tras el pago de una cantidad, aunque no se ha especificado cuál será.
El soporte, por cierto, será Blu-ray. Pero, ¿qué hay dentro de Xbox One? Para empezar, una CPU de ocho núcleos y 8 GB de memoria RAM. Es decir, se multiplica por 8 la potencia gráfica respecto a su predecesora. Además, CPU y GPU ocupan un mismo chip de 40 nanómetros, en lugar de los dos separados de unos 90 nanómetros que tiene la primera Xbox 360 (pero no Xbox 360 Slim).
A todo esto hay que unir un disco duro de 500 GB, que por el momento parece la única versión en cuanto a almacenamiento, aunque no sería de extrañar que apareciese una versión con menos almacenamiento disponible y basada en la nube. En cuanto a la conectividad, aparte del lector de Blu-ray, la consola contará con entrada HDMI y puertos USB 3.0. Así pues, en este apartado ha habido pocos cambios.
Otras novedades son la opción de usar un modo en reposo, o de bajo consumo que permite descargar juegos y actualizar la consola en una especie de 'suspensión' en la que el consumo es muy inferior.
Por su parte, el nuevo Kinect ha aumentado en un 60% su campo de visión, así que ahora se podrá usar sin problemas (o con menos problemas) en habitaciones más pequeñas. Será capaz de detectar el ritmo cardíaco, el balance del peso en el cuerpo, la posición y la orientación. Y, sobre todo, será la clave en el control de la nueva interfaz, que se acerca muchísimo a lo visto en Windows 8 y Windows Phone. El ecosistema cada vez es más homogéneo
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